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martes, 15 de marzo de 2011

KIRAI NOS CUENTA DE PRIMERA MANO CÓMO SUCEDIÓ EL TERREMOTO

“Trabajo en la planta 11 de un edificio de 12 plantas construído por Shimizu Corporation en el 2009, se supone que está preparando para resistir temblores muy fuertes. Shimizu Corporation es uno de los líderes mundiales en construcciones resistentes a terremotos.
Estábamos en una sala de reuniones en la planta 11, normalmente terminamos la reunión semanal de los viernes a las 15:00, pero ayer a las 14:40 ya habíamos acabado. Vuelvo con el ordenador a mi puesto que está junto las paredes acristaladas con estas vistas a todo Tokio
Me siento mirando hacia la inmensidad de Tokio tomándome un respiro después de la reunión. De repente noto como que me mareo, pero no soy yo, nos estamos moviendo, es un terremoto. Mi silla se empieza a mover poco a poco, suavemente. Miro hacia atrás y los monitores y escritorios de todos se mueven. No nos asustamos, se supone que estamos acostumbrados los terremotos, todos esperamos a que pare. Normalmente después de unos momentos de meneo todo vuelve a la normalidad. Pero esta vez después de unos 30 segundos de temblor suave, la cosa se empieza a poner más fea.
Vuelvo a mirar hacia fuera, los rascacielos frente a mi vibran. Las antenas y cables de mueven violentamente. Todo Tokio se zarandea frente a mi. En vez de parar, la fuerza del seísmo empieza a incrementar. Las cortinas golpean violentamente las ventanas. Los libros de mi escritorio se caen, mi monitor también, los cajones de las mesas de mi alrededor se abren solos. Me empiezo a asustar de verdad. De repente me doy cuenta que todos mis compañeros están escondidos debajo de sus mesas excepto nuestro vicepresidente que está de pie y nos dice con una sonrisa forzada: “Tranquilos, este edificio utiliza la última tecnología de Shimizu Corporation”. No me tranquilizan nada sus palabras y no se porqué (Seguramente los nervios) me pongo de pie como él, me agarro con fuerza a mi escritorio.
El edificio lleva unos dos minutos moviéndose, el temblor se calma un poco durante unos instantes y aprovecho para salir corriendo al lounge (sala de estar) que está más cerca de las escaleras de emergencia. Nadie se mueve excepto yo, todos están debajo de sus mesas excepto el vicepresidente que sigue de pie agarrando el monitor de su ordenador. Por el camino salto por encima de dos estanterías que se han caído, dejando libros esparcidos por todos lados.
Llego al lounge (Sala de estar) donde también hay mesas y compañeros escondidos debajo de ellas. Me quedo parado de pie y siento como otra vez viene un temblor enorme, el edificio se mueve como un flan. Esta vez no me puedo mantener de pie, la fuerza del terremoto puede conmigo, no solo se mueve de lado a lado, también se mueve todo de ¡arriba hacia abajo! mis pies pierden contacto con el suelo, me siento impotente, siento pánico, siento en mi piel el poderío de nuestro planeta.
Veo las piernas de una compañera de trabajo que me gustaba hace tiempo, está escondida bajo una mesa. Mi instinto o quizás el miedo, me hace tirarme al suelo junto a ella. Ella me ve llegar, con una mano me agarra la pierna con fuerza, con la otra atrapa mi mano izquierda. Siento cierta seguridad al sentir el calor de sus manos, pero dura poco. Nos miramos a los ojos. Sus ojos brillan intensamente, su cara está más blanca de lo normal. En ese momento los dos pensamos “esto es el final”. Nos agarramos con más fuerza, la abrazo, se me cierran los ojos del miedo, cada segundo se hacen eterno, llega el remate final. Nos meneamos como si estuviéramos en una montaña rusa. Incluso sentados en el suelo la vibración del edificio nos arrastra por los suelos. Ruido de libros y cosas cayendo, el agua de la pecera salta por los aires llegando a mojar incluso el techo.
Pasó lo peor, se calmó el temblor más fuerte, pero el terremoto continúa, el agua de la pecera corre por el suelo de toda la sala mojando libros que se han caído de las estanterías, todo el edificio se sigue moviendo pero cada vez menos. Abrimos los ojos, nos miramos fijamente otra vez y sonreímos. Pero al mismo tiempo que sonrío se me caen dos lágrimas. Me tiemblan las manos y la mandíbula, no lo puedo controlar. Ella está más calmada que yo, me tranquiliza diciendo que ya ha pasado lo peor, que estamos bien. Respiro hondo, me acaricia la cara con sus manos dedicándome una sonrisa de oreja a oreja. Me calmo y pienso: “Nosotros, la humanidad somos algo débil y efímero en este Universo” y ella me dice: “Pensé que iba a morir aquí contigo, no se porqué, pero sentí paz en mi interior”. Se me escapan otras dos lágrimas.
Nos calmamos conforme el temblor va amainando. El agua de la pecera corre por los suelos acercándose a nuestros pies. Siento un fuerte mareo, las manos y mandíbula me tiemblan sin control.
Mi compañero Wada-san es el primero en levantarse, aunque nos seguimos balanceando ya puede mantener el equilibrio. Nos mira con una sonrisa extraña en la cara, alegría de que estamos bien, y nos dice para levantar el ánimo: “¡Necesitamos unas cervezas!”. Nos reímos por no llorar, una reacción extraña después del pánico.
Nos empezamos a levantar todos. Volvemos a nuestros puestos de trabajo, miramos por la ventana. Se ve algo de humo cerca de la Torre de Tokio. El sonido de sirenas inunda las calles. Las calles están paradas, la gente está de pie, no camina. Todos los coches están parados. Todavía no somos conscientes de lo grave de la situación.
Miramos los teléfonos móviles, pero no tenemos señal. Utilizamos el wifi de la empresa para ver las noticias, nos enteramos que el origen del terremoto fue en el mar en la zona de Tohoku de magnitud 8.9 (Aunque más tarde se ha confirmado que fue de 9.0). Estamos en alerta de Tsunami en prácticamente todo el país.
El edificio para de moverse, han pasado unos 10 minutos desde que comenzó a temblar.
Los ascensores están parados, bajamos por las escaleras y vemos varias grietas en las paredes . Por muy bien preparado que esté el edificio para soportar grandes terremotos, ver estas grietas me deja intranquilo. Salimos a la calle, la gente camina con normalidad, los coches vuelven a circular, pasá un camión de bomberos por delante de nosotros.
Al ver que todo vuelve a la “normalidad” nos tranquilizamos un poco y volvemos a subir por las escaleras. ¡Gran error! Nada más llegar a la planta 11, llega una réplica muy fuerte. Otra vez todos al suelo debajo de las mesas, otra vez libros cayendo de las estanterías, otra vez agua saltando de la pecera al suelo, otra vez pánico durante dos largos minutos.
Esta vez lección aprendida, cogemos todos los imprescindible y salimos con paso acelerado, de forma ordenada y manteniendo la calma, esta vez por las escaleras de emergencia y nos refugiamos todos en este pequeño parque . Me tranquilizo, ya no tiemblo pero siento como mi cuerpo desprende más calor del normal. Tengo sed, mi compañera de trabajo, me ofrece una botella de té que lleva en el bolso.
Las extrañas sonrisas de después del susto empiezan a desaparecer de las caras de todos y se empiezan a convertir en caras de preocupación y tristeza. Todo el mundo intenta contactar con sus familiares con los teléfonos, pero no hay señal.
Mañana más, hasta entonces sigo contándolo en mi twitter http://twitter.com/#!/kirai

DE TERCERA POTENCIA A SUPERVIVIENTE.

Tokyo está vacía. Vacía. La gente se ha ido, la ciudad ha sido desalojada. En masa.

Por culpa de las radiaciones de las centrales nucleares. Por lo visto, las radiaciones ya son demasiado altas, y podrían afectar seriamente a la población. Así, Japón está sufriendo un éxodo masivo como nunca antes se había visto.

Sólo 50 personas se han quedado a controlar la situación y a intentar solucionar el problema. Me parece realmente admirable. Son como aquellos músicos del Titanic que decidieron tocar hasta el final, hasta que se hundió el barco. Se han quedado poniendo en riesgo su vida.

Si algo explota, algo nuclear, ya se pueden despedir.



Qué será de Japón...? El tiempo lo dirá.

"ESTÁN VIVIENDO UNA PESADILLA"


Keiko Hoshino, japonesa de 60 años, lleva 20 en Navarra. Hace dos abrió una galería de arte. Su mente está ahora con los familiares y los amigos que siguen en Japón, devastado por el terremoto



LOS pensamientos que irrumpen en la mente de Keiko Hoshino, japonesa de 60 años afincada en Navarra desde hace 20, poco o casi nada tienen que ver con la exposición del pintor Alberto Letamendi que estaba a punto de inaugurar ayer en Orizuru, la galería que abrió hace dos años en la calle San Gregorio de Pamplona. "Hoy tengo que estar de cara al público, y me va a costar", contaba.

Keiko Hoshino nació en Niigata, la zona donde las autoridades niponas han previsto una nueva réplica. Sus gestos, y su mirada transmiten lo mismo que ella reconoce sentir: "Estoy muy nerviosa y asustada. No sé qué va a pasar".
Con las imágenes de un canal de televisión nipón en la pantalla de su ordenador, Keiko cuenta que su cabeza se encuentra ahora con su hija Yukiko, religiosa que reside en una zona no afectada ni por el terremoto ni por el tsunami, con Minori, una de sus amigas íntimas que vive en Kyoto, y con su cuñado, que aún no ha salido de Fukushima, la ciudad donde ha explotado uno de los reactores de una central nuclear. "Mi sobrino, Taka, que ahora está en Pamplona, ha podido hablar con él a través de Internet. Por teléfono es imposible. Las comunicaciones están cortadas", cuenta.
Taka, de 21 años, estudia ingeniería en la Universidad de Navarra. Su futuro prometedor pende ahora de un hilo: "Ya tenía un contrato con una empresa que se encuentra en Fukushima... Esta compañía también tiene sede en Tokio. El próximo jueves tiene previsto viajar. También está muy asustado", explicaba.
Cuando la tierra tiembla
Minori es una de las mejores amigas de Keiko. Ambas se conocieron en el colegio, donde sus profesores les enseñaban cómo debían actuar en caso de un terremoto: "Es una parte importante de nuestra educación. Todos sabemos qué hacer y a qué refugios debemos dirigirnos", señala con la mirada puesta en la pantalla de su ordenador donde un periodista informa de la última hora de las centrales nucleares: "Soy partidaria de la energía renovable. En Japón aún sigue vivo el recuerdo de Hiroshima y Nagasaki. Ojalá puedan resolver esta crisis", desea.
La última conversación que mantuvo ayer por la mañana con Minori, su amiga íntima, le dijo que había decidido no llevar a su hijo al colegio. "Todo el mundo tiene miedo a las réplicas. A veces lo peor es perderte y no saber dónde están tus seres queridos", dice. "¡Mira! Ahora cuentan la historia de ese hombre. Están diciendo que había vivido en esa casa, completamente destrozada, durante 30 años. Y ese señor está apuntando el nombre de su esposa. No sabe dónde está", traduce la galerista y pintora.
Keiko, licenciada en Bellas Artes, relata que ha vivido terremotos de una intensidad de tres y cuatro grados en la escala Richter. "Mis amigos dicen que si pudieran saldrían de ahí corriendo. Están viviendo una pesadilla".

Ánimo, Keiko. Todos os apoyamos, a pesar de no saber por lo que estáis pasando. Nuestro dolor es mucho más pequeño, pero ahí está. Que sepas que estamos contigo y con los tuyos!

EL VÍDEO MÁS ESPELUZNANTE

Si no habéis visto la entrada anterior a esta os recomiendo que la veáis también, allí hay datos, en esta entrada hay un vídeo que muestra cómo sucedió el terremoto y el Tsunami (es un noitciero japonés)

Lo más espeluznante viene a partir del minuto 7:40. Qué miedo.




seguiré informando de todo lo que sepa. Gracias por vuestra atención y apoyo.

EL FUTURO DE JAPÓN SE DECIDIRÁ POR LA RESPUESTA QUE SE DE ANTE ESTA CRISIS


JAPON - Las cifras preliminares de muertos, víctimas del terremoto y tsunami de Japón, siguen aumentando y sin dar con un número exacto. Aunque hasta el momento el Gobierno ha estimado que van más de 5 mil muertos (2 mil cadáveres se encontraron arrastrados por el mar), diversos especialistas y medios de comunicación señalan que podría haber más de 10 mil muertos, víctimas del desastre natural.
El número de muertos o desaparecidos por el terremoto de 8.9 grados Richter y el subsiguiente tsunami de hace tres días en Japón asciende a cinco mil, reportaron fuentes policiales.
La policía de Miyagi, la más afectada por el desastre natural confirmó este lunes el hallazgo de unos 2 mil cuerpos en zonas costeras de esa prefectura, mientras que entre 200 y 300 fueron reportados en la capital, Sendai.

Con estos hallazgos, el número confirmado de muertos o desaparecidos por el terremoto asciende al menos 5 mil. Un millar de las víctimas mortales se registraron sólo en la ciudad costera de Minamisanriku, que prácticamente desapareció por el tsunami.
Más de la mitad de Miyagi están desaparecidos

La policía estima que la cifra final de muertos podría aumentar de manera considerable debido a que hasta ahora el gobierno no ha podido hacer contacto con cerca de 10 mil personas en Minamisanriku -más de la mitad de la población de esa ciudad-, que hasta ahora no han sido incluidas en el recuento oficial de muertos o desaparecidos.

El destino de varias decenas de miles de personas, entre ellas ocho mil residentes de la pequeña ciudad costera de Otsuchi, en la prefectura de Iwate, también sigue sin conocerse.

De acuerdo con el reporte de la agencia oficial de noticias japonesa Kyodo, hasta este lunes al menos 550 mil personas han sido desalojadas en seis prefecturas debido a la falta de agua, alimentos y combustibles, y trasladados a refugios seguros.

La Agencia de Gestión de Desastres, por su parte, estimó que el número de construcciones que fueron total o parcialmente destruidas alcanzaría las 63 mil 255, aunque la cifra podría aumentar conforme se haga una evaluación más profunda.
Unos 100 mil militares japoneses, ayudados por voluntarios extranjeros especialistas en salvamento, continúan peinando la zona devastada en busca de supervivientes entre las ruinas de edificios o arrastrados mar adentro por el tsunami.
Admiten gravedad del suceso
El número de muertos por el terremoto y el tsunami en Japón podría rebasar los 10 mil tan sólo en una prefectura, dijo un funcionario, mientras millones de sobrevivientes carecían de agua potable, electricidad y alimentos en la devastada costa nororiental.

El primer ministro Naoto Kan consideró que este desastre constituye el mayor desafío que ha enfrentado la nación desde la Segunda Guerra Mundial. Y la situación parecía cada vez más complicada para muchos japoneses.

"Esta es la peor crisis de Japón desde que concluyó la guerra hace 65 años", dijo Kan, en declaraciones transmitidas por la televisión. Añadió que el futuro de Japón se decidirá por la respuesta que pueda darse a esta crisis y convocó a los japoneses a unirse en su determinación de reconstruir el país.


Por si eso fuera poco, las temperaturas comenzaron a descender a cerca del punto de congelación, lo que agravó las penurias de los sobrevivientes en una franja de cientos de kilómetros de la costa nororiental azotada por el tsunami que llevó el agua tierra adentro. Las cuadrillas de rescate seguían sacando cadáveres de entre los restos enlodados de las casas, árboles arrancados, vehículos aplastados y cables eléctricos enredados.
En tanto, los sobrevivientes buscaban cualquier cosa de valor entre las ruinas.

En Rikusentakata, una ciudad portuaria de unos 20 mil habitantes, prácticamente borrada del mapa por el tsunami, Etsuko Koyama escapó de las aguas cuando corrió a toda prisa al tercer piso de su casa. Sin embargo, soltó la mano de su hija, quien sigue desaparecida.

"No he perdido la esperanza", dijo Koyama a la televisora pública NHK, mientras se secaba las lágrimas. "Me salvé pero no pude salvar a mi hija".